Desde que me crucé con aquel manco impertinente había estado vagando por todo el hospital en guardia, hasta que escuché varias explosiones provenientes de la entrada. Instintivamente pensé en ocultarme en los tubos de ventilación.
Mirando por las rejillas, pude entreveer como un enorme y deforme zombi avanzaba sigiloso como un gato hacia la oficina, con una extraña mueca de satisfacción en el rostro. Me causó tanta impresión que decidí tomar el segundo desvió de los tubos, que llevaba hacia el laboratorio.
En poco rato, vi como dos supervivientes salian de la sala y avanzaban por el mismo pasillo sobre el que yo me encontraba... y decidí seguirlos en silencio.