Escondidas y a salvo

En cuanto los pasos siguieron de largo aproveché para salir del baño. Ahora ese alguien estaba en la despensa. Pude oír el sonido que provocaba el choque del agua al impactar contra el suelo, varias veces, como si la derramaran y después, silencio. Ese silencio fue crucial para escuchar del otro lado, casi inmediatamente, a alguien que estaba hurgando entre las conservas. El ruido que provocó la caída de una de las latas que sólo se detuvo cuando dejó de rodar por el suelo, resonó en toda la sala. Después de eso, el silencio se volvió a instaurar en el lugar, hasta que un —Yo que tú no lo haría novato.—interrumpió abruptamente.

Salí de donde estaba para hacerme visible portando un arma en cada mano, a sabiendas de que me encontraría con humanos. Lo que ví me sorprendió. No me imaginé encontrarme en una situación como aquella. Una chica la cual no conocía, estaba empapada de pies a cabeza y estaba siendo apuntada con una catana en su espalda por un chico y este a su vez por otro, el cual, al principio no reconocí, ya que una sombra cruzaba su rostro haciéndolo inexistente.

—¡Quietos!— Exclamé interrumpiendo la incómoda escena y apuntándoles directamente.

Todos miraron hacía mi.

En una milésima de segundo intenté procesar todo aquello y caí en la cuenta que faltaba alguien más y tenía que estar al otro lado. —No sé quien coño está del otro lado, pero sal ahora mismo—Dije contundentemente.

Una de mis armas seguía apuntando al tren de catanas que tenía cerca, pero la otra ya la estaba dirigida hacia donde debía acercarse el o la última en llegar a la fiesta.

Di un paso hacía atrás para poder echar un vistazo hacía el estante de alimentos, sin descontrolar al grupito al que estaba apuntando. Pude detectar la silueta de lo que parecía una chica, parcialmente camuflado por las latas. Busqué su rostro con el fin de detectar algún indicio de su próximo movimiento.

"Espera un momento. Yo conocía a esa chica"

—¡Lea!

Estaba totalmente incrédula al ver que se trataba de Lea.

—¡Nat!—Exclamó cuando me reconoció.

Pero en ese momento detecto un movimiento. Mi vista reaccionó automáticamente, dirigiéndose hacia la chica empapada. Vi como cogía su arma, e inmediatamente dirigí la mía hacía una de sus piernas.

No iba a permitir que matara a nadie. Milagrosamente habíamos sobrevivido al infierno que se desataba en el exterior y el destino nos había juntado a todos aquí. Nos gustase o no, tenía claro que debíamos llegar a un entendimiento, aunque no hubiéramos empezado con buen pie.

Inesperadamente, la chica dirigió su arma hacia el techo y realizó tres disparos. A partir de aquí todo fue muy rápido. Antes de salir corriendo, la chica empujó uno de los estantes haciendo que la estantería se balancease peligrosamente.

“¡Genial! Rectifico, ¿llegar a un entendimiento? La próxima vez me la cargo”

—¡Lea!—Escuché los gritos de la chica mientras se dirigía hacia la salida, antes de salir la agarró para que se fuera con ella. A Lea, esto la pillo de sorpresa, por alguna razón se se había quedado mirando hacía un lado. Algo había acaparado su atención.

Los bidones de agua explotaron de tal forma, que empezó a caer agua como si de lluvia se tratase. La estantería finalmente perdió el equilibrio, no sin antes enviar uno de los bidones directo hacía donde estaba. No miré al resto, solo pensé en despegar mis pies de allí a toda velocidad, pero una catana me detuvo en seco. Mi acto reflejo fue agacharme y mientras dirigía mi mirada hacía el suelo, vi de pasada el filo de la misma que seguía su camino ascendente muy cerca de mi. Aún no me había incorporado, cuando alguien me agarró de la muñeca y tiró de mi fuertemente. No me resistí. Atrás quedaba el bidón a la mitad donde hacía un segundo me había agachado y un segundo más tarde, veía como era aplastado con un gran estruendo por la estantería.

Empapados corrimos hasta la entrada hasta encontrarnos con la chica del desastre, apuntándonos directamente con un arma. El chico soltó su catana mientras se presentaba. Yo no hice lo mismo con las mías. La cara de la chica cambió cuando el chico volvió a dirigirse hacia ella para terminar de decir —…Yo no soy el enemigo. — Mientras mostraba sus manos desarmadas. Cuando la chica dirigió su mirada hacia mi, como esperando que dijera algo por mi parte. Lo único que hice fue guardar mis armas.

El silencio fue interrumpido por Lea, cuando contenta exclamó —¡Nat! Me alegro que estés bien… ¿y Lilu?

"¿Lilu? Yo no conocía a ninguna Lilu".

Justo estaba pensando eso cuando una voz resonó detrás nuestra. —Estoy aquí Lea¿Qué? ¿No me invitáis a la fiesta?